23 abril 2014

Un punto de vista sobre la perimetría

Como un pintor, el perimetrista debe aprender su profesión de la experiencia. No surge solo de la pintura y los pinceles. El perimetrista no obtiene su diagnóstico solo de imprimir el mapa del campo visual. Más bien, la experiencia del perimetrista en interpretar el resultado del examen del campo visual, sus habilidades clínicas en examinar la validez de las respuestas del paciente, y su selección de las técnicas campimétricas necesarias bajo las circunstancias clínicas apropiadas se combinan para producir el examen adecuado y la mejor interpretación de los resultados.

En esta época de computarización, tendemos a aceptar la infalibilidad de la perimetría automática. Es verdad que los nuevos desarrollos han corregido algunos de los errores técnicos que habían provocado problemas en los métodos anteriores como la pantalla tangente o el perímetro de Goldmann.

Sin embargo, en nuestra carrera para abrazar las nuevas tecnologías, podemos olvidar que todavía hay lugar para los viejos aparatos en algunos casos.

Entre otras cosas, las viejas técnicas pueden permitirnos introducir un elemento humano cuando el paciente se siente abrumado por la tecnología —esto es, una pantalla tangente bien realizada puede ser más valiosa que una perimetría computarizada que se practica pobremente.

Tales circunstancias ocurren casi siempre con paciente neuro-oftalmológicos, que generalmente están enfermos de otra forma además de la visual y necesitan más ayuda cuando se someten a el examen.

La mayoría de los otros pacientes, particularmente aquellos con glaucoma, son mucho más confiables en sus respuestas usando las técnicas más nuevas. Ellos generalmente empiezan examinándose muy jóvenes y de manera frecuente así que son habilidosos en sus respuestas. Muchos pacientes neuro-oftalmológicos no tienen esa experiencia.

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